Visto desde otra perspectiva, el
experimento de clonar a Jesús no era más que una de las tantas ridiculeces de
la ciencia. Y eso que no se trataba del primer personaje histórico en ser
clonado. De hecho, una vez superada la fase de la clonación de humanos, la
técnica fue evolucionando, hasta que ya no se clonaba a cualquiera. Tenía que
haber sido alguien que hubiera sido importante. Aunque lo de ponerse a clonar
al hijo del creador, eso ya sobrepasaba todos los límites de lo moralmente correcto.
Más aun teniendo en cuenta que lo
único que se podía clonar de él era su cuerpo, ya que su mente y sus recuerdos
se habían ido con él a la cruz. Fue por eso que no se dieron cuenta que las
muestras de ADN tomadas de la túnica santa para la clonación, no eran de
Cristo, sino de uno de sus seguidores de la época.
Fue una confusión imperceptible,
dado que su apariencia era bastante parecida a la imagen que por años nos había vendido la iglesia, salvo por el
ajuste étnico de su lugar de procedencia. Por eso nunca se le vio predicando,
ni obrando milagros. De hecho, lo único que el falso Cristo conservó del molde
original en términos cognitivos fue el lenguaje.
Por eso tuvieron que recurrir a
un traductor especialista en lenguas muertas para poder comunicarse con él.
Mientras tanto, la voz ya había corrido de la existencia de un clon de Jesús.
El revuelo fue monumental. Tanto los fanáticos, como los defensores de la
ética, montaron guardia frente a las puertas del laboratorio. Los unos para
aclamar al mesías, los otros para demostrar su indignación ante la falta de
escrúpulos de la ciencia. Incluso los incrédulos se agolparon ahí para hacer
montonera.
Los únicos que no hicieron actos
de presencia fueron los curas, pastores, monjas y sacerdotes, quienes optaron
por recluirse en sus templos y monasterios, mientras se figuraban qué posición
tomar en relación con el clon de su jefe.
Independientemente de la
corriente cristiana a la que pertenecieran, todos estaban un poco asustados con
cómo sería el trabajo a partir de ahora,
teniendo en cuenta que Cristo estaba de nuevo en la tierra. Incluso el Papa
tampoco sabía cómo actuar. Por un lado se alegraba y por el otro no sabía quién
le tenía que pedir audiencia a quién. Para calmar a la opinión cristiana, ya
había anunciado que pronto se reuniría con el clon, pero cada vez que podía, posponía
la cita aferrándose a las excusas más tontas.
No lo hacía por miedo, sino más
bien por prudencia. Quizás se hubiera apurado más si conociera la segunda fase
del experimento. Porque en realidad, el principal objetivo científico no era la
clonación, sino la resurrección.
Por eso, una mañana después del
desayuno el clon fue conducido a la terraza del laboratorio, donde le esperaba
una cruz. Confundido, miró a los hombres que lo acompañaban: romanos en bata,
quienes cuando menos se lo esperaba, lo agarraron por las extremidades para
clavarlo en la cruz.
El martillo fue golpeando los
clavos, acompañado por alaridos de dolor. Hasta que unos minutos más tarde, ya
estaba fijo contra la madera. Casi como si la cruz fuera una extensión de su
cuerpo.
Durante horas y horas tuvo que
soportar el ardor de la carne. Y solo después de un tiempo, el cansancio se
hizo más fuerte que el sufrimiento. Cuando lo bajaron, ya estaba completamente
muerto. De inmediato lo pusieron en una camilla y lo dejaron en un cuarto
aislado.
Esperaron más de tres días, pero
el clon nunca volvió a la vida. Eso sí, mientras los científicos analizaban en
qué se habían equivocado, el cielo empezó a nublarse. Los días se hicieron más
soberbios, como si una imperceptible
maldición le hubiera caído a la humanidad. De hecho, muchas cosas se echaron a
perder después de la segunda muerte de Cristo. Por un lado, el mundo se dividió
entre los que creían, los que no creían y los que nunca creyeron. Y en ese
momento pasó igual que hace miles de años. Los perseguidos se convirtieron en
persecutores, amparados por el nuevo credo de Jesús
contra Jesús.
CLON SUPREMO von Federico Rojas Puyana ist lizenziert unter einer Creative Commons Namensnennung - Nicht kommerziell - Keine Bearbeitungen 4.0 International Lizenz.