lunes, 12 de julio de 2010

GUERRA A DISTANCIA


En parte la culpa la tuvo la prensa internacional. Fueron los periodistas los que se encargaron de enfrentarlos como si fueran dos niños a los que sus compañeros instan a que se den en el patio del colegio. Al final, de nada valieron los intensos esfuerzos diplomáticos, las naciones no tardaron en declararse la guerra. Y eso que todo empezó por un malentendido. Un rumor sin fundamentos que derivó en un fuerte cruce de acusaciones.
Los insultos escalaron hasta que el honor patrio quedó completamente manchado. Ninguno de los dos presidentes esperó a movilizar sus tropas. El gran problema para los generales de ambas naciones fue buscar una manera de hacerse daño. Y aunque todos estaban deseosos de cobrarse las ofensas con sangre, existía un pequeño inconveniente técnico: los dos países se encontraban demasiado alejados el uno del otro, de una punta del planeta a la otra. Y como ninguno de ellos era lo suficientemente rico, no existían medios suficientes para transportar todos sus soldados.
Un país apenas contaba con barcos y el otro con tanques, pero en la práctica no les servía para nada. Resultaba imposible invadirse mutuamente. Por un lado los tanques eran inútiles, ya que para llegar al otro país necesitaban cruzar el océano. Por otro lado, los barcos no servían para nada, teniendo en cuenta que el otro país se encontraba en medio de un inmenso continente. Había demasiada tierra de por medio.
Claro que eso no les impidió intentarlo. Al final lo que primó fue la terquedad de los mandatarios, quienes ordenaron la partida de dos expediciones formadas por hombres que en sus tierras fueron despedidos como valientes.
Sin embargo, oportunidades de demostrar su hombría no tuvieron demasiadas. Los barcos se hundieron y los tanques se vararon en pleno desierto. Dos tragedias paralelas que utilizaron a su propio beneficio: ignorando sus muertos y resaltando las bajas del contrario. Así, cada cual, con el mayor de los descaros, se asignó la victoria. Hubo desfiles, condecoraciones, monumentos a las víctimas, la gente Salió a las calles; en fin, toda la parafernalia que alimenta el ego de los patriotas.

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