domingo, 26 de junio de 2011

INCESTO TELEVISIVO

Estela Barroco había dejado de ser una niña, tanto en la vida real, como en la pantalla. Incluso su personaje en  Nido de Tontos había empezado a ir a la universidad. Y es que Estela se había transformado en una despampanante señorita a la que en el mundo de la farándula se le relacionaba con algunos de los galanes más cotizados del país, todo y que a decir verdad, su gran amor era Alejandro Montería, su padre en la ficción.
El romance había empezado en los camerinos del Estudio 4. En una noche en la que la escena que grababan los dos se fue alargando. Para ese entonces, Montería ya había notado que la mirada inocente de su supuesta hija había cambiado. Pero él le restó importancia, pensando que solo se trataba del típico comportamiento coqueto de las jovencitas de su edad. Sin embargo, ella hacía años que estaba enamorada de él en secreto, impulsada por una retorcida fantasía que tenía que ver con el encanto semipaternal que siempre había encontrado en Alejandro. Por eso no paró con las insinuaciones hasta tenerlo en sus redes.
Para Estela fue como un sueño hecho realidad. Para él en cambio, su affaire con Estela era en un principio nada más que otro de los caprichos de su codicia sexual. Por eso, para ninguno de sus compañeros de elenco resultó una sorpresa, una vez el escándalo se destapó, dado que ellos conocían perfectamente la fama de mujeriego y borrachín que Montería se gastaba. Eso sí, mucha gracia no les hizo al comienzo, pensando en las posibles consecuencias. Que al final no se cebaron con la telenovela, como lo demostró la subida del índice de audiencias, sino con Montería, quien para la opinión pública terminó convirtiéndose en un paria.
Al final, la gente no fue capaz de disociar la realidad de la ficción, hasta el punto en el que las abuelas del país empezaron a salir a la calle con paraguas, no por si llovía, sino por si se encontraban a Montería. Durante días la nación se vio envuelta en un gran debate moral. Salieron los curas, las recatadas, las feministas y hasta los más fatalistas a dar su opinión. Se habló del fin del mundo, de Sodoma y Gomorra, de los límites de la degeneración, tanto que al presidente de la república le tocó intervenir.
Dos años más tarde la telenovela llegó a su fin. No por rating, sino por la desbancada masiva de sus actores principales, quienes pasaron a otros proyectos tentados por una recompensa mayor. La primera en abandonar la serie fue Estela Barroco. A ella le llovieron las ofertas en cine y televisión, convirtiéndose así en una de las estrellas más prometedoras del panorama artístico nacional. Todo lo contrario que su ex amante, Montería, para quien conseguir otro rol se convirtió en una tarea bastante ardua. Desprestigiado, denigrado y con sobrepeso, terminó tirando la toalla después de haber pasado una pequeña temporada en la cárcel. Desde entonces, la única persona que le dio una mano fue su antigua jefa, la directora de un colegio de monjas, quien le ofreció su antiguo puesto de profesor.

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