domingo, 16 de enero de 2011

REZO, BIBLIAS Y ALABARÉ

Si la máxima del rock es sexo, drogas y rock n’ roll; la máxima del metal evangélico es rezo, biblias y alabaré. Es así de sencillo o al menos eso dedujo apenas dejaron de rendirle culto a Satán, para rendírselo al Señor. Claro que con el mismo tipo de música. La gran diferencia estaba en la letra y lo difícil era concentrarse para no hacer cachitos mientras la canción se hacía más y más pesada. Pesada en términos de heavy metal, por supuesto.
Porque por más que se hubieran pasado al otro bando, seguían embalados, sacando el mayor ruido a sus instrumentos. Eso quizás era a lo poco que no habían renunciado. Eso y el nombre, el cual el pastor de su iglesia los trató de convencer para que lo cambiaran, con la intención de alejarse lo mayor posible de su antigua imagen de siervos de Belcebú. Pero ellos decidieron seguir como Reyes Magos. Después de todo, era un nombre que tenía que ver con las santas escrituras. Aunque mirándolo desde otro punto de vista, quizás no hubiera sido tan absurdo aceptar ese consejo. Más que nada porque sus fans todavía no les perdonaban el cambio tan drástico que hicieron. Era peor que haberse vendido.
Sentían que los habían traicionado. En el fondo, no entendían como alguien como el cantante de Reyes Magos se las venía ahora a dar de santo, cuando para nadie era un secreto todas sus fechorías. Como por ejemplo la vez en la que en un bazar de la escuela, mientras cursaba bachillerato, preparó un pastel al que le echó laxante. Lo hizo para vengarse de los profesores y como protesta por haberlo obligado a participar en el estúpido bazar. Al final lo terminaron descubriendo, pero valió la pena por ver el espectáculo de los baños colapsados.
Por supuesto que el director lo botó sin compasión. Claro que eso a él le resbaló. Además, en el colegio al que se cambió terminaría conociendo al bajista y al baterista de la banda. Lo curioso fue que de ahí también lo acabarían echando por envenenar al gato de la escuela. Por suerte no lo mató, pero lo dejó ciego.
Cada vez que se acordaba de eso, le entraban muchísimos remordimientos. En eso fue precisamente lo último que pensó cuando el avión de la gira se desplomó en pleno vuelo. Ahí creyó que no iba a volver a ver la luz del día. Pero de milagro él se salvó y la banda también. Cuando despertó en el hospital, tuvo una revelación, quizás por culpa de la medicación. Pero eso no importaba. Lo que de verdad contaba era que la tuvo y la creyó. Fue como lo que le pasaba a algunos al escuchar un disco al revés.


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