viernes, 28 de enero de 2011

LA PISTA INVISIBLE

¿No le había pasado lo mismo a Hendrix? A él también lo encontraron, tirado en el piso, ahogado en su propio vomito. La diferencia era que Mateo no era famoso y por eso su muerte apenas le valió media columna en dos o tres periódicos. La policía ni siquiera se tomó la molestia de investigar las verdaderas causas de su muerte, así que hasta su familia asumió con resignación las consecuencias de tan desafortunado accidente. Todos le habían dicho que dejara de tomar, pero él jamás les hizo caso.
Al final eso fue lo que lo mató. Pero no como los demás creían. Sí, era cierto que en la noche cayó noqueado bocarriba por la borrachera. Lo que nadie sabía era que el vomito con el que se ahogó no era suyo, sino de su novia. Ella fue la que se encargó de llenarle la copa, hasta que no aguantó más y se quedó dormido. Entonces, aprovechando que estaba inconsciente, le abrió la boca y le pasó todo el contenido de su estomago: la deliciosa cena y el vino que había tomado esa noche.
Mateo apenas pudo reaccionar cuando el vomitó le bajó por la garganta. Por un corto instante intentó voltearse, pero estaba tan borracho que no le respondió su cuerpo. Lo único que hizo fue convulsionar, hasta que la respiración se le cortó de un tajo. Después de verlo morir, su novia esperó media hora para llamar a la policía. Mientras ellos llegaban, aprovechó para lavarse los dientes, pero no para limpiárselos, sino para después enjuagarse la boca con los restos de vino. Solo así borró cualquier rastro que pudiera indicar que el arma asesina hubiera salido de sus propias entrañas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario