martes, 19 de octubre de 2010

BIBLIOTECA MALDITA


Libros, lo único que tenía era libros. Por eso le daba tanta pena deshacerse de ellos. Pero a donde iba no podía llevárselos, así que tenía que buscar a alguien a quien dárselos. Al final los recibió otro desgraciado que también estaba inmerso en las penurias de la vida de estudiante. El pobre diablo terminó juntando los libros con los suyos, sin saber de las desdichas que estos nuevos volúmenes le traería: su novia lo dejaría, su jefe le enseñaría la puerta y al quedarse sin dinero, le tocaría entregar hasta su apartamento.
Eso significó regalar la mayoría de sus pertenencias, entre ellas los libros, que fueron a parar a la casa de una pareja que conocía. Ellos los recibieron, más que por gusto, por hacerle un favor a él. Claro que lo hicieron sin la menor idea de la maldición que los acompañaba y que infectaría a fondo sus estanterías. Es más, cuando las dificultades empezaron a aparecer, ni siquiera asociaron los libros con el inicio del fin de su mundo.
Todos los ahorros, los planes, los sentimientos, inclusive el amor, se evaporaron. Y a partir de entonces, cada uno agarró para un lado. En el proceso de separación se dividieron las pertenecía. Bueno, no todas. Los libros los donaron a una biblioteca pública.
El encargado de catalogar los volúmenes estaba fascinado con las nuevas adquisiciones. Se trataba de libros que muchas veces había pedido y que sus superiores le habían denegado. Con incredulidad se llegó a sentir el hombre más afortunado del mundo, pero la maldición ya había echado sus redes sobre el edificio y al poco tiempo la biblioteca cerraría por falta de billete. Al parecer el tesorero había hecho un enorme desfalco que dejó a la biblioteca endeudada.
Fue por eso que no les quedo de otra que regalar los libros. Los sacaron a la calle, donde los pasantes se pelearon para llevárselos a la casa. Eran miles y miles de libros y mucha gente salió cargada, sin importarles si al final iban a leer los libro o no. El hecho era que eran gratis y esas oportunidades no se pueden dejar pasar en la vida.

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