miércoles, 6 de julio de 2011

LA CUENTA, POR FAVOR

Resultaba curioso que solo soñara con comida, teniendo en cuenta lo flaco que era. Pero era solo cerrar los ojos y de repente ya estaba en el mismo restaurante de siempre. El de los manteles a cuadros y las fotos de futbolistas colgadas en la pared. Entonces, tan solo bastaba un ademán al camarero y los platos empezaban a desfilarle por su mesa. Con los cubiertos o con las manos, engullía la comida con tal gula, que parecía como si llevara días sin probar bocado. Y mientras más roncaba, más saboreaba con lentitud de su banquete. De esta forma podían pasar horas, hasta que se despertaba justo cuando le iban a traer la cuenta para no tener que pagarla. Ese fue su ritual onírico durante meses. Pero una noche, en pleno ocaso de su sueño, mientras estaba a punto de llevarse una pata de pavo a la boca, el dueño del restaurante y los camareros le propinaron por todas las veces que se había escabullido sin pagar una paliza de la cual no se volvería a despertar nunca.    
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/"> alt="Licencia Creative Commons" style="border-width:0" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/80x15.png" />
http://purl.org/dc/terms/" href="http://purl.org/dc/dcmitype/Text" property="dct:title" rel="dct:type">LA CUENTA, POR FAVOR por http://creativecommons.org/ns#" property="cc:attributionName">Federico Rojas Puyana se encuentra bajo una Licencia Creative'>http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/">Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.